Mostrando entradas con la etiqueta Lexicografía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Lexicografía. Mostrar todas las entradas

sábado, 24 de abril de 2010

Pedro Álvarez de Miranda: nuevo miembro de la RAE



Con este post quiero felicitar la elección de D. Pedro Álvarez de Miranda como nuevo miembro de la Real Academia Española.

Ocupará el sillón Q, y dada su amplia trayectoria en el terreno de la Lexicografía hispánica y de la Historia cultural del siglo XVIII, estoy segura de que sus aportes serán valiosos para los estudios del léxico español, como lo han venido siendo hasta ahora.

Fue mi profe de Historia del léxico español, en el Máster de Lengua española, de la UAM. Y uno de los mejores "profes" que he tenido.

Un saludo D. Pedro y ¡Enhorabuena!

Más aquí.

miércoles, 24 de febrero de 2010

"Desapercibido" era antes "desaper-ce-bido"



Lo vemos, por ejemplo, en Covarrubias: desapercebido, con “ce”, es el ‘desproveído y descuidado de lo que le puede suceder en una necesidad’.

En el Diccionario de autoridades de 1732 (RAE) aparece la voz desapercebido,da con los significados de ‘desprevenido, desproveído’. Es en el diccionario de 1791 que se recoge la variante desapercibido, con “ci”, indicándose que es la forma que empieza a decirse:: " ‘adj. Desprevenido, desproveído de lo necesario para alguna cosa’".

Hoy en día, se ha perdido este sentido y es más común el significado que se recoge en el Diccionario panhispánico de dudas: ‘inadvertido o no percibido’. Y es en este sentido que se emplea casi exclusivamente, como en la expresión pasar desapercibido (‘no ser notado o percibido’), tomada del francés en el siglo xix: «La ley pasó desapercibida en aquel momento» (Abc [Par.] 6.10.00).

Para muestra, podemos ver este uso en el Corpus de Referencia Actual (CREA), en un artículo del diario El Comercio, de Lima, Perú (1975): «pero quiero hacer resaltar muchos puntos que tal vez se les haya pasado por desapercibido a las personas encargadas de redactar la mencionada “Ley de Inquilinato”.»

Bibliografía

Covarrubias, Sebastián: Tesoro de la lengua castellana o española (1977).

Corpus de Referencia Actual (RAE)


viernes, 6 de noviembre de 2009

¿"Menjunje" o "mejunje"?


La palabra me es tan familiar. Y es que a mi padre le gusta prepararlo. Le gusta hacer su "menjunje": mezcla ají, cebolla picada y ajo para aderezar los caldos o sopas.

Preparados aparte, la forma "menjunje" no es más que un híbrido de otras dos variantes: la antigua "menjurje" y la hoy referida "mejunje".

"Menjurje" aparece en la octava edición del Diccionario de la lengua castellana, de 1837, como: 'Mezcla de diversos ingredientes', con la marca de "familiar". Pero, en 1869 se registran las variantes "menjunje", que refiere a su vez a la anterior "menjurje", y "mejunje".

Al igual que sucede con las personas mellizas o gemelas, que suelen confundirnos por su gran parecido físico, existen palabras que por su gran "parecido" léxico, aunque no semántico (de significado), se cruzan originando nuevas formas o variantes.

De "menjurje" a "menjunje", la norma prefiere hoy en día "mejunje", con el significado de 'Cosmético o medicamento formado por la mezcla de varios ingredientes'. Sentido que ya poco tiene que ver con lo que a mi padre le gusta preparar.

viernes, 13 de marzo de 2009

¿Es neutral la práctica lexicográfica a la hora de definir?



La Lexicografía es, en términos del DRAE, "la parte de la Lingüística que se ocupa de los principios teóricos de léxicos o diccionarios y también la técnica de componerlos".

Viene a ser como la praxis o la parte práctica de la llamada Lexicología.

Al ser una praxis antigua, ha sufrido distintos procesos de evolución hasta convertirse en la disciplina de hoy. Solía ser una especie de práctica de recopilación que cualquiera, sin ser especialista, hacía en colaboración con otras personas. Hoy en día es una práctica que lingüistas y filólogos, expertos en esta rama, realizan.

Y aunque parezca una práctica no muy compleja, es todo un rompecabezas, pues requiere de conocimientos de orden etimológico, categorial, combinatorio, semántico y contextual para la selección de las entradas, la organización del corpus y tal vez, lo más peliagudo del proceso: la definición.

Esther Forgas Berdet, es especialista en temas de ideología y sexismo en el diccionario, de la Universidad Rovira i Virgil, de Tarragona. En su artículo: Lengua, sociedad y diccionario: la ideología, hay un apartado en el cual nos refiere lo difícil que puede ser encontrar una definición que no esté sujeta a apreciaciones subjetivas, valorativas, ideológicas y hasta religiosas del lexicógraf@ que trabaja en la acepción de una entrada.

Aquí comparto con ustedes este interesante apartado:
La falacia de la descripción neutra
Esther Forgas Berdet. Universidad Rovira i Virgilli.

Cada lengua crea sus referentes, y los diccionarios tienen como fin fijar estos referentes otorgándoles validez normativa y carta de naturaleza en esta lengua.

En los últimos años la lexicografía ha dejado de ser considerada un arte y ha abandonado su estadio pre-científico para adquirir definitivamente su estatus de ciencia filológica. Como tal, requiere de unos planteamientos teóricos firmes y estables y de una metodología contrastada y eficaz. La lexicografía como ciencia se encuentra en camino de obtener ambos logros, y, sin embargo, el lexicógrafo no puede sustraerse a una -cierta o falsa- imagen mágica de manipulador de sentido, de artesano, orfebre, atesorador y tallador de palabras.

Si aun en pleno desarrollo científico de la lexicografía subsiste esta concepción pre-científica de señorío y dominio sobre el mundo de las palabras es porque a pesar de las bases teóricas previas y del rigor metodológico, y a pesar de que el lexicógrafo no es amo de las palabras(13), inevitablemente su tarea consiste en seleccionarlas, agruparlas, diseccionarlas, definirlas y ofrecerlas al mundo pasadas por su subjetivo tamiz ideológico. La lexicografía no es una tarea inocente, ni puede serlo. El lexicógrafo como hombre -medida de todas las cosas- es la medida de todas las palabras:

PERDER.- (...) 25. fig. Padecer un daño o ruina espiritual o corporal, y especialmente, quedar sin honra una mujer (DRAE 1992).

Y es que la propia ideología o la del grupo que arropa al lexicógrafo es tan patente en sus definiciones que incluso interfiere en su buen hacer y sentido como a la hora de definir, llegando en ocasiones hasta extremos como el de entrar en flagrante contradicción con otras definiciones propias:

ABORTAR.- Parir antes del tiempo en que el feto pueda vivir (DRAE 1970).

PARIR.- Expeler en tiempo oportuno la hembra de cualquier especie vivípara el feto que tenía concebido (DRAE 1970).

Por ello, la única solución posible para quien se arriesga a la práctica lexicográfica es, en espera de otra mejor, la de intentar despojarse al máximo de su óptica personal -inevitablemente sesgada- y procurar situarse, como apunta J.A. Pascual "a medio camino entre las actitudes de todos los hablantes" para intentar que su diccionario refleje en lo posible "la intersección de las divergentes visiones del mundo de todos los usuarios de una lengua"(14).

Ver artículo completo en: Lengua, sociedad y diccionario: la ideología.