martes, 22 de abril de 2008
Sobre Política Lingüística: cuando los intereses políticos no van de la mano con los derechos lingüísticos
Un conflicto eterno. La existencia de muchas naciones implica la presencia de muchas culturas y por ende, de muchas lenguas. ¿Qué sucede cuando hay que oficializar una de ellas?, ¿se discrimina lingüísticamente a las minorías lingüísticas ? ¿se genera el detrimento de éstas?
En un país como Perú, donde coexistieron muchas naciones, la oficialización de la lengua castellana conllevó a su uso en todas las administraciones públicas, instituciones, y en todos los sectores: educación, comercio, socialización, quedando los hablantes de lenguas nativas relegados y obligados a hacer uso de su lengua solo en sus comunidades y en determinados contextos lingüísticos.
Así, muchas lenguas en la actualidad van camino a la extinción y otras aún permanecen solo gracias a una cantidad ínfima de hablantes que son generacionalmente mayores, y que tras su muerte se producirá la muerte lingüística de sus culturas.
En Perú nuestras lenguas vernaculares, andinas o amazónicas, tienen reconocimiento como tal sólo en sus regiones, pero no tienen en su lengua acceso a medios de comunicación, a la educación o a otros sectores ajenos a la conversación familiar o comunitaria.
En España lenguas como el catalán, gallego u otras sufrieron discriminación y fueron sentenciadas a muerte durante el régimen franquista. Hoy en día, gracias a la constitución de 1978, se estipuló una normativa según la cual se debían respetar las distintas lenguas que se hablan en el estado español, gozando de libertad de expresión en todos los sectores dentro de sus comunidades. Sin embargo, treinta años después siguen existiendo diferencias en torno a lineamientos político-lingüísticos.
A continuación, cito a Francisco Marcos Marín haciendo referencias sobre el tema.
POLÍTICA Lingüística y LENGUAS Iberoeuropeas
"Todos sabemos que las discusiones sobre estos problemas tienden a convertirse en viscerales y que en ellas los sentimientos priman sobre los argumentos, ya que no es difícil, en tantos siglos de historia lingüística, no encontrar justificaciones para todo tipo de actitudes. Lo más prudente sería callarse y mirar; pero tal vez no sea esa actitud la más responsable(...).
El fondo de la discusión no es la lengua, sino cómo interpretan los políticos los supuestos deseos de los ciudadanos sobre la estructura futura de las sociedades de que todos forman parte. Como medio de comunicación la lengua resalta notablemente en el juego de valores, especialmente por la arraigada creencia de que cualquiera puede opinar en materias lingüísticas, un poco como todos opinamos a la hora de aliviar dolores de espalda, jaquecas o mareos. Sin embargo, cuando se trata de operaciones a corazón abierto, son imprescindibles los especialistas.
Toda acción estatal de política lingüística en España ha de tener en cuenta la realidad de que tenemos una lengua común de todos los españoles, que es además lengua internacional, el castellano o español (la lengua española castellana) y tres lenguas de cultura, nacionales pero no internacionales: catalán, gallego y vasco. Debe plantearse de modo muy claro la necesidad de apoyo a las lenguas de las comunidades autónomas, como un bien cultural amenazado por su propia debilidad, al mismo tiempo que ha de exigir la garantía de que ningún español sea privado del acceso a la comunicación común dentro de España y la internacional que, en ambos casos, sólo el castellano garantiza. Este concepto de «bien cultural», referido a la lengua, no supone que limitemos a ello lo que es una lengua. Simplemente señalamos esta faceta traducible a términos económicos, como una característica que también debe tenerse en cuenta(...).
Lo habitual en el mundo es que los países tengan varias lenguas, sean plurilingües, o que posean variedades geográficas y dialectales bien diferenciadas. La reflexión sobre las variedades lingüísticas de la Unión Europea pone de relieve una realidad mucho más multicolor de lo que se piensa, incluso en círculos culturales. Europa tiene que vivir en la pluralidad lingüística; pero no puede hacerlo a través de un número inabarcable de lenguas: de ahí una urgente necesidad de consolidación del español europeo, porque el español en Europa es minoritario y débil. También es falso que las lenguas se defiendan solas, en desgraciada expresión de algún político.
El Estado tiene que dar una respuesta al problema lingüístico. Si bien es cierto que es preciso distinguir política lingüística de legislación lingüística, no es menos cierto que hay un problema legal, que hay que establecer áreas o líneas de investigación y ejercer el oportuno control, tanto en el parlamento nacional como en los autonómicos, sobre el incumplimiento de la legislación, por un lado en lo que concierne al uso del castellano y de las lenguas vernáculas y, por otro, a la enseñanza. Este segundo punto, en las regiones bilingües, corresponde a la esfera política autonómica, pues se trata de competencias transferidas. Es preciso por ello ser especialmente cuidadoso con el marco legal vigente, porque la política lingüística que propulsamos se presenta, en todo momento, dentro de nuestro ordenamiento legal, sin que ello signifique que esa legislación no pueda ir evolucionando y mejorando(...).
La política lingüística no camina aislada. Sobre todo va muy unida a la política educativa, porque la educación es quien prepara al ciudadano para optar al puesto de trabajo que garantice su futuro y su contribución a la sociedad. La política educativa española es tarea autonómica y, si bien no es de desechar la posibilidad de que una administración única racionalice nuestro entramado burocrático, lo que obligaría a mantener organismos de coordinación, en las actuales circunstancias legales es preciso presentar a los ciudadanos, en su calidad de electores, una política educativa, todo lo autonómica que se quiera, pero dirigida a su preparación para ejercer sus profesiones en todo el territorio, no ya español, sino europeo.
© Francisco A. Marcos-Marín. Círculo de Linguística Aplicada a la Comunicación 18, mayo 2004. ISSN 1576-4737. Publicado en Razón y Fe, 331, febrero 1995, 139-159.
http://www.ucm.es/info/circulo/no18/marcos.htm
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